MARIA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS

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sábado, 16 de enero de 2010

EL VINO DE LA VIDA


Autor: monseñor Jesús Sanz Montes | Fuente: Catholic.net

El vino de la vida

¿Cuál es el vino que nos falta? ¿El de la paz, de la ternura, de la fe, la esperanza y del amor...? Cuando faltan estos vinos, la vida se "avinagra".


El vino de la vida

Juan 2, 1-12

Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: "No tienen vino." Jesús le responde: "¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora." Dice su madre a los sirvientes: "Haced lo que él os diga." Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: "Llenad las tinajas de agua." Y las llenaron hasta arriba. "Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala." Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: "Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora." Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.


Reflexión


Hoy el Evangelio nos lleva de boda. Será el primer signo de Jesús el que allí se ofrecerá. San Juan ofrece su relato evangélico desde el hilo conductor de la "hora". Todo cuanto él ha recogido sobre Jesús, tiene como finalidad llevar al lector a la contemplación de la entrega suprema de Cristo, verdadera "hora" en la que el Señor dará por terminado cuanto el Padre le había confiado: "todo se ha cumplido" (Jn 19,30). Por eso Jesús se resiste a que nadie modifique su "horario" redentor: se explica así que en el relato de las Bodas de Caná, Jesús diga a su Madre: "mujer déjame, porque todavía no ha llegado mi hora" (Jn 2,4). No es un desprecio del Señor hacia María, sino una afirmación que El hace de la absoluta primacía de las cosas de su Padre a las que se dedicará antes que a nada.

Es la primera hora, anticipo de aquella postrera, en la que María junto con Juan, volverá a aparecer en la escena de Jesús, en la cual se dirigirá nuevamente a ella para llamarla con el mismo nombre: "mujer", haciéndola "madre" de Juan y de la nueva humanidad que nacerá cuando Jesús resucite el primer día de la semana, es decir, también "tres días después" de aquella escena al pie de la Cruz. María se da cuenta de una carencia: la del vino. Hace de su descubrimiento una petición a su Hijo e invita a los sirvientes a escuchar esa Palabra de Jesús: "Haced lo que El os diga". Les propone lo que en el fondo ha sido su vida desde que decidió que en ella se cumpliera los hablares de Dios: "hágase en mí según tu Palabra". Ella propone a los otros algo que no le es extraño, que es la entraña de su actitud ante Dios.

¿Cuál es el vino que nos falta en nuestro mundo? ¿El vino de la paz, el de la ternura; el vino de la fe, de la esperanza y del amor; el vino de la verdad...? Cuando faltan estos vinos, la vida se "avinagra". Surgen los intereses partidistas, los chanchullos económicos, las frivolidades vacuas, la mentira como herramienta de comunicación, el relativismo moral, la violencia y el terror.

María vio la carencia en la boda, la hizo suya solidariamente, y se puso manos a la obra. No se quedó en que relatar lo que sucede y lamentase por lo que falta o va mal. Darse cuenta del "vino" que nos falta, arrimar el hombro en lo que de nosotros depende, teniendo en la Palabra de Jesús nuestra fuerza y nuestra luz. Esto fue Caná. Esta fue María. Termina el Evangelio diciendo que "los discípulos creyeron en El" (Jn 2,11) El final es que habiendo vino, hubo fiesta, y los discípulos viendo el signo, el milagro, creyeron en Jesús. Sí, necesitamos milagros de "vino"; el mundo necesita ver que los vinagres del absurdo se transforman en vino bueno y generoso, el del amor y la esperanza, el que germina en fe. Hay un brindis pendiente siempre. Que sea con vino como el de María en Caná.

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