MARIA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS

MARIA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS (COMUNIDAD CATOLICA, APOSTOLICA Y ROMANA).

MARIA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS ES UNA COMUNIDAD EN LA CUAL TODOS LOS MIEMBROS NOS REUNIMOS DIARIAMENTE (NOCHE Y DIA) PARA VENERAR A LA MADRE DEL REDENTOR DEL MUNDO. TE INVITAMOS A COMPARTIR CON NOSOTROS LAS GRANDEZAS QUE SOLO ELLA NOS SABE DAR. MARIA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS. RUEGA POR NOSOTROS. AMEN. EN EL SIGUIENTE LINK PODRAS CONOCER MAS SOBRE NUESTRA COMUNIDAD; http://mariamedianera.ning.com

sábado, 27 de marzo de 2010

Comprendiendo la Semana Santa

Comprendiendo la Semana Santa: "Año III. Núm. 120. Una explicación de las misas..."

LECTIO DIVINA (SEMANA SANTA) (AUTOR: P. FIDEL ONORO).



Lectio Divina

Agradecemos al P. Fidel Oñoro, cjm y al CEBIPAL la publicación diaria de la Lectio Divina de Semana Santa.


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Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

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Domingo de la Resurrección del Señor

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SEMANA SANTA (PARA VIVIR LA PASCUA DEL 2010).


Semana Santa

Para vivir la Pascua del año 2010

Cuando en la Vigilia Pascual, el próximo 3 de abril por la noche, el sacerdote marque el año 2010 sobre el cirio, señale las cinco llagas de Cristo y lo encienda con el fuego bendecido, entraremos una vez más en el misterio más hondo de nuestra fe. En nuestro mundo, en el que conviven la vida y la muerte, Cristo glorioso, muerto y resucitado, centro de la fe, de la vida y de la liturgia, es la certeza de la victoria de la luz sobre las tinieblas. Eso es lo que queremos significar cuando la luz del cirio se vaya difundiendo por la asamblea que celebra y, desde ella, por todas las realidades que necesitan de resurrección.

Ver para creer

La celebración de la Resurrección no tendría fuerza si no fuésemos conscientes de la muerte. Sin “ver” las muertes que nos rodean, no podríamos “creer” de verdad en Cristo victorioso sobre la muerte y el pecado. Nuestra fe no tendría sentido. Por eso la Cuaresma, tiempo de preparación personal y comunitaria a la Pascua, nos permite tomar conciencia de las fuerzas de muerte de nuestra sociedad y de nuestra vida personal en cuarenta días de mirada atenta y creyente al corazón y a nuestro alrededor.

Ver los signos de muerte que hay en nuestro propio interior y en el mundo no es pesimismo, sino un esfuerzo por mirarlo todo con los ojos de Dios, que está atento al clamor de los que sufren y a lo que destruye su proyecto de amor y salvación. Él es un Dios que ante todo quiere nuestra plenitud, la superación del dolor y del pecado, y la felicidad de todos sus hijos.

Convertirnos al Evangelio

La mirada que sabe descubrir los signos de muerte es capaz de anhelar la vida y celebrar la Resurrección. Es capaz de convertirse. El Miércoles de Cenizas, cuando iniciemos el itinerario cuaresmal de preparación a la Pascua, se nos impondrá la ceniza en la frente, como signo del camino de conversión. Una de las fórmulas que acompaña el gesto dice: “Conviértete y cree en el Evangelio”. Son palabras de Jesús tomadas de Mc 1, 15, cuando inicia su predicación, proclamando la cercanía del Reino y la necesidad de cambiar de vida. La conversión, esfuerzo permanente de todo creyente, es aprender a vivir según los criterios de Dios, revelados en Jesús y en su Evangelio.

Esta Cuaresma es una nueva oportunidad que el Señor le regala a su Iglesia para cambiar de vida, de actitud, y de mente. Pero ello sólo es posible si sabemos “ver” hacia dentro de nosotros mismos y hacia lo que nos rodea: familia, trabajo, barrio y ciudad, país y mundo. Allí descubriremos los signos de la cruz y los signos de la luz. Descubriremos que Cristo sigue muriendo y resucitando, que la Pasión continúa pero que al mismo tiempo la Resurrección ilumina toda la historia desde la sencillez de pequeños signos de vida.

Signos de la Cruz

Los medios de comunicación nos muestran un país que presume de éxito económico y de desarrollo sostenido. ¡Qué fácil y qué grato es quedarnos arrellanados en esa visión exitosa y placentera, sobre todo cuando percibimos en la propia experiencia que no nos falta nada, que a pesar de la crisis que se vive a nivel mundial, poco a poco mejora la calidad de vida y no hay grandes dolores ni problemas!

La Cuaresma y la Pascua nos invitan, en cambio, a mirar ese diagnóstico con los ojos de Dios, desde la cruz de Jesucristo. Ellos nos permitirán ver, a la sombra de las cifras optimistas y de las proyecciones promisorias, sin negarlas pero ampliando el ángulo de visión, a los pobres y a los tristes que están al margen del modelo exitoso. Y también a tantos otros sufrientes a quienes puede no faltarles lo material, pero sí el amor. No son pocos, y aunque fuesen dos o tres en quince millones, son nuestros hermanos. Y son los predilectos del Señor.

Si no vemos a nuestros hermanos que no tienen acceso a la educación y a los bienes culturales; si no somos conscientes de la creciente desigualdad que divide a nuestro país en grupos cerrados y sin comunicación; si no reaccionamos ante la avaricia y la falta de solidaridad, ante las descalificaciones y la dificultad de valorar al otro; si no ponemos atajo al individualismo consumista, a la soberbia de creernos mejores que otros, a la desconfianza mutua en todos los ámbitos, desde el barrio hasta la política; si no condenamos los brotes de inmoralidad que han aparecido en los casos de corrupción, de pedofilia y de tantos otros; si no reconocemos nuestras propias complicidades en el descuido de la naturaleza y de los recursos que son de todos, en la contaminación de nuestro aire, de nuestros ríos, mares, ciudades y campos; si no “vemos” todo esto y no ponemos nuestro corazón en actitud de conversión, no podremos celebrar realmente la Pascua, la irrupción de la vida, y nos habremos quedado en una oscuridad que el cirio de 2010 no tendrá fuerza para iluminar.

Todos estos signos de muerte nos permiten mirar el interior de nuestro propio corazón y nuestras comunidades, y descubrir si estamos abiertos a los demás o encerrados en nosotros mismos, si somos manipulados por los modelos culturales dominantes o si luchamos contra ellos. La conversión parte por la conciencia de los signos de muerte personales y sociales.

Signos de la Luz

Para los cristianos no hay cruz sin Resurrección, no hay muerte sin vida. Por eso la Pascua, que no es un mero hecho del pasado de Jesús de Nazaret, sino un hecho del presente de todos nosotros, resplandece en signos luminosos, aunque sean pequeños. Ellos nos hablan de un Dios vivo y salvador, e interpelan nuestra coherencia con el Evangelio al hacernos constructores de un mundo nuevo, según los criterios de Dios.

Basta elevar un poco el cirio pascual, de modo que ilumine los rincones que normalmente no apreciamos y que no suelen hacer noticia, y allí veremos a voluntarios en las más diversas tareas solidarias, a jóvenes y adultos generosos que regalan su tiempo libre para construir techos y casas, para atender niños, enfermos y abandonados, para dar alimento, calor y un momento de amistad a los habitantes de las veredas, puentes y calles; veremos a muchos hombres y mujeres que buscan a Dios y se abren a la trascendencia en un mundo esclavo de lo material y lo inmediato; veremos el desborde espontáneo de generosidad de miles de chilenos ante las emergencias desastrosas; veremos a tantos padres que se esfuerzan hasta el límite para que sus hijos mejoren sus posibilidades y su calidad de vida; veremos la capacidad festiva inagotable, aun de quienes a menudo tienen poco motivo para festejar; veremos el lado luminoso de la globalización, la conciencia de ser una gran familia de hermanos destinada a la fraternidad y a la paz. ¡Veremos esto y tantos otros signos de vida!

Todos ellos, presentes ya en nuestro mundo, nos llevan a creer en un Dios que envió a su Hijo a darnos vida en abundancia. Nos ayudan a celebrar la Pascua con sentido, creyendo en la fuerza de la Resurrección porque somos conscientes de la fuerza de la muerte. La luz de Cristo, que alabamos en la noche de Pascua, realmente vence las tinieblas, las de 2010 y las de siempre, porque la historia está ahora iluminada por la victoria de Cristo resucitado.

Pan para el camino

El itinerario cuaresmal, camino de cuarenta días, lo recorremos ayudados por el alimento de las prácticas tradicionales de este tiempo litúrgico: la limosna, la oración y el ayuno (Mt 6, 2.5.16). El ayuno, que es sobriedad de vida y privación del alimento en algunos momentos para significar con ello que el alimento verdadero no es el material, sino la Palabra de Dios, nos ayuda a centrar la vida en lo esencial; la limosna, que es solidaridad con el pobre y privación de lo superfluo para acudir en auxilio de quien no tiene lo necesario para vivir, nos abre a los hermanos y nos ayuda a luchar contra el individualismo y el autocentramiento; y la oración que es intimidad y diálogo con Dios, nutre nuestra fe y nos abre a las necesidades de los pobres y sufrientes.

La escucha atenta de la Palabra, pan cotidiano del creyente, es en este tiempo de Cuaresma acoger al mismo Jesús que nos dice: “Conviértanse y crean en el Evangelio”. El cirio de 2010 será la celebración de un esfuerzo renovado por cumplir esa Palabra.

Comisión Nacional de Liturgia
Conferencia Episcopal de Chile



Certifica.com

JUEVES SANTO( AUTOR: TER FERNANDEZ/FUENTE: CATHOLIC.NET)

Autor: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net
Jueves Santo
1 de abril de 2010. Jueves en que Cristo instituyó el sacramento de la Eucaristía, también conocido como la Última Cena.
Jueves Santo
Jueves Santo
Significado de la celebración

El Jueves Santo se celebra:
  • la Última Cena,

  • el Lavatorio de los pies,

  • la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio

  • la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní.
  • En la mañana de este día, en todas las catedrales de cada diócesis, el obispo reúne a los sacerdotes en torno al altar y, en una Misa solemne, se consagran los Santos Óleos que se usan en los Sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y Unción de los Enfermos.

    En la Misa vespertina, antes del ofertorio, el sacerdote celebrante toma una toalla y una bandeja con agua y lava los pies de doce varones, recordando el mismo gesto de Jesús con sus apóstoles en la Última Cena.

    a)Lecturas bíblicas:

    Libro del Éxodo 12, 1-8. 11-14; Primera carta del apóstol San Pablo a los corintios 11, 23-26; Evangelio según San Juan 13, 1-15.

    b)La Eucaristía

    Este es el día en que se instituyó la Eucaristía, el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino. Cristo tuvo la Última Cena con sus apóstoles y por el gran amor que nos tiene, se quedó con nosotros en la Eucaristía, para guiarnos en el camino de la salvación.
    Todos estamos invitados a celebrar la cena instituida por Jesús. Esta noche santa, Cristo nos deja su Cuerpo y su Sangre. Revivamos este gran don y comprometámonos a servir a nuestros hermanos.

    c)El lavatorio de los pies

    Jesús en este pasaje del Evangelio nos enseña a servir con humildad y de corazón a los demás. Este es el mejor camino para seguir a Jesús y para demostrarle nuestra fe en Él. Recordar que esta no es la única vez que Jesús nos habla acerca del servicio. Debemos procurar esta virtud para nuestra vida de todos los días. Vivir como servidores unos de otros.

    d)La noche en el huerto de los Olivos

    Lectura del Evangelio según San Marcos14, 32-42.:

    Reflexionemos con Jesús en lo que sentía en estos momentos: su miedo, la angustia ante la muerte, la tristeza por ser traicionado, su soledad, su compromiso por cumplir la voluntad de Dios, su obediencia a Dios Padre y su confianza en Él. Las virtudes que nos enseña Jesús este día, entre otras, son la obediencia, la generosidad y la humildad.


    Los monumentos y la visita de las siete iglesias

    Se acostumbra, después de la Misa vespertina, hacer un monumento para resaltar la Eucaristía y exponerla de una manera solemne para la adoración de los fieles.
    La Iglesia pide dedicar un momento de adoración y de agradecimiento a Jesús, un acompañar a Jesús en la oración del huerto. Es por esta razón que las Iglesias preparan sus monumentos. Este es un día solemne.

    En la visita de las siete iglesias o siete templos, se acostumbra llevar a cabo una breve oración en la que se dan gracias al Señor por todo su amor al quedarse con nosotros. Esto se hace en siete templos diferentes y simboliza el ir y venir de Jesús en la noche de la traición. Es a lo que refieren cuando dicen “traerte de Herodes a Pilatos”.

    La cena de pascua en tiempos de Jesús

    Hace miles de años, los judíos vivían en la tierra de Canaán, pero sobrevino una gran carestía y tuvieron que mudarse a vivir a Egipto, donde el faraón les regaló unas tierras fértiles donde pudieran vivir, gracias a la influencia de un judío llamado José, conocido como El soñador.

    Después de muchos años, los israelitas se multiplicaron muchísimo en Egipto y el faraón tuvo miedo de que se rebelaran contra su reino. Ordenó matar a todos los niños varones israelitas, ahogándolos en el río Nilo. Moisés logró sobrevivir a esa matanza, pues su madre lo puso en una canasta en el río y fue recogido por la hija del faraón.
    El faraón convirtió en esclavos a los israelitas, encomendándoles los trabajos más pesados.

    Dios eligió a Moisés para que liberara a su pueblo de la esclavitud. Como el faraón no accedía a liberarlos, Dios mandó caer diez plagas sobre Egipto.

    La última de esas plagas fue la muerte de todos los primogénitos del reino.
    Para que la plaga no cayera sobre los israelitas, Dios ordenó a Moisés que cada uno de ellos marcara la puerta de su casa con la sangre de un cordero y le dio instrucciones específicas para ello: En la cena, cada familia debía comerse entero a un cordero asado sin romperle los huesos. No debían dejar nada porque al día siguiente ya no estarían ahí. Para acompañar al cordero debían comerlo con pan ázimo y hierbas amargas. La hierbas amargas ayudarían a que tuvieran menos sed, ya que tendrían que caminar mucho en el desierto. El pan al no tener levadura no se haría duro y lo podían llevar para comer en el camino. Les mandó comer de pie y vestidos de viaje, con todas sus cosas listas, ya que tenían que estar preparados para salir cuando les avisaran.

    Al día siguiente, el primogénito del faraón y de cada uno de los egipcios amaneció muerto. Esto hizo que el faraón accediera a dejar a los israelitas en libertad y éstos salieron a toda prisa de Egipto. El faraón pronto se arrepintió de haberlos dejado ir y envió a todo su ejército para traerlos de nuevo. Dios ayudó a su pueblo abriendo las aguas del mar Rojo para que pasaran y las cerró en el momento en que el ejército del faraón intentó pasar.

    Desde ese día los judíos empezaron a celebrar la pascua en la primera luna llena de primavera, que fue cuando Dios los ayudó a liberarse de la esclavitud en Egipto.
    Pascua quiere decir “paso”, es decir, el paso de la esclavitud a la libertad. El paso de Dios por sus vidas.

    Los judíos celebran la pascua con una cena muy parecida a la que tuvieron sus antepasados en la última noche que pasaron en Egipto.

    Las fiesta de la pascua se llamaba “Pesaj” y se celebraba en recuerdo de la liberación del pueblo judío de la esclavitud de Egipto. Esto lo hacían al llegar la primavera, del 15 al 21 del mes hebreo de Nisán, en la luna llena.

    Los elementos que se utilizaban en la cena eran los siguientes:

  • El Cordero: Al salir de Egipto, los judíos sacrificaron un cordero y con su sangre marcaron los dinteles de sus puertas.


  • Karpas: Es una hierba que se baña en agua salada y que recuerda las miserias de los judíos en Egipto.


  • Naror: Es una hierba amarga que simboliza los sufrimientos de los hebreos durante la esclavitud en Egipto. Comían naror para recordar que los egipcios amargaron la vida sus antepasados convirtiéndolos en esclavos.


  • Jarose: Es una mezcla de manzana, nuez, miel, vino y canela que simboliza la mezcla de arcilla que usaron los hebreos en Egipto para las construcciones del faraón.


  • Matzá: Es un pan sin levadura que simboliza el pan que sacaron los hebreos de Egipto que no alcanzó a fermentar por falta de tiempo.


  • Agua salada: Simboliza el camino por el Mar Rojo.


  • Cuatro copas de vino: Simbolizan cuatro expresiones Bíblicas de la liberación de Israel.


  • Siete velas: Alumbran dan luz. Esta simbolizan la venida del Mesías, luz del mundo.


  • La cena constaba de ocho partes:

    1. Encendido de las luces de la fiesta: El que presidía la celebración encendía las velas, todos permanecían de pie y hacían una oración.

    2. La bendición de la fiesta (Kiddush): Se sentaban todos a la mesa. Delante del que presidía la cena, había una gran copa o vasija de vino.
    Frente a los demás miembros de la familia había un plato pequeño de agua salada y un plato con matzás, rábano o alguna otra hierba amarga, jaroses y alguna hierba verde.

    Se servía la primera copa de vino, la copa de acción de gracias, y les daban a todos los miembros de la familia. Todos bebían la primera copa de vino. Después el sirviente presentaba una vasija, jarra y servilleta al que presidía la celebración, para que se lavara sus manos mientras decía la oración. Se comían la hierba verde, el sirviente llevaba un plato con tres matzás grandes, cada una envuelta en una servilleta. El que presidía la ceremonia desenvolvía la pieza superior y la levantaba en el plato.

    3. La historia de la salida de Egipto (Hagadah) Se servían la segunda copa de vino, la copa de Hagadah. Alguien de la familia leía la salida de Egipto del libro del Éxodo, capítulo 12. El sirviente traía el cordero pascual que debía ser macho y sin mancha y se asaba en un asador en forma de cruz y no se le podía romper ningún hueso. Se colocaba delante del que presidía la celebración les preguntaba por el significado de la fiesta de Pesaj. Ellos respondían que era el cordero pascual que nuestros padres sacrificaron al Señor en memoria de la noche en que Yahvé pasó de largo por las casas de nuestros padres en Egipto. Luego tomaba la pieza superior del pan ázimo y lo sostenía en alto. Luego levantaba la hierba amarga.

    4.Oración de acción de gracias por la salida de Egipto: El que presidía la ceremonia levantaba su copa y hacía una oración de gracias. Colocaba la copa de vino en su lugar. Todos se ponían de pie y recitaban el salmo 113.

    5. La solemne bendición de la comida: Todos se sentaban y se bendecía el pan ázimo y las hierbas amargas. Tomaba primero el pan y lo bendecía. Después rompía la matzá superior en pequeñas porciones y distribuía un trozo a cada uno de los presentes. Ellos lo sostenían en sus manos y decían una oración. Cada persona ponía una porción de hierba amarga y algo de jaroses entre dos trozos de matzá y decían juntos una pequeña oración.

    6. La cena pascual: Se llevaba a cabo la cena.

    7. Bebida de la tercera copa de vino: la copa de la bendición.- Cuando se terminaban la cena, el que presidía tomaba la mitad grande de la matzá en medio del plato, la partía y la distribuía a todos los ahí reunidos. Todos sostenían la porción de matzá en sus manos mientras el que presidía decía una oración y luego se lo comían. Se les servía la tercera copa de vino, “la copa de la bendición”. Todos se ponían de pie y tomaban la copa de la bendición.

    8. Bendición final: Se llenaban las copas por cuarta vez. Esta cuarta copa era la “Copa de Melquisedec”. Todos levantaban sus copas y decían una oración de alabanza a Dios. Se las tomaban y el que presidía la ceremonia concluía la celebración con la antigua bendición del Libro de los Números (6, 24-26).

    Día de la Caridad:

    En México, los obispos, han establecido que el Jueves Santo sea el día de la caridad. El objetivo de esto no es llevar a cabo una colecta para los pobres, sino mas bien el impulso de seguir el ejemplo de Jesús que compartió todo su ser.

    Sugerencias para vivir esta fiesta:
  • Dedicar un tiempo a la adoración a la Eucaristía

  • Hacer la visita de las siete casas.


  • Visita nuestro Especial de Semana Santa

    DOMINGO DE RAMOS (AUTOR: FUENTE: ACI PRENSA).



    Autor: . | Fuente: ACI Prensa
    Domingo de Ramos, Fiesta
    Fiesta, Marzo 16

    Domingo de Ramos, Fiesta
    Domingo de Ramos, Fiesta
    El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Marcos.

    En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria - anamnesis - de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada.

    Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías. .

    Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey.

    San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".

    Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa.

    Con la liturgia de Roma, por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Viacrucis de los días santos.

    Sin embargo, son las últimas palabras de Jesús en el madero la nueva semilla que debe empujar el remo evangelizador de la Iglesia en el mundo.

    "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Este es el evangelio, esta la nueva noticia, el contenido de la nueva evangelización. Desde una paradoja este mundo que parece tan autónomo, necesita que se le anuncie el misterio de la debilidad de nuestro Dios en la que se demuestra el culmen de su amor. Como lo anunciaron los primeros cristianos con estas narraciones largas y detallistas de la pasión de Jesús.

    Era el anuncio del amor de un Dios que baja con nosotros hasta el abismo de lo que no tiene sentido, del pecado y de la muerte, del absurdo grito de Jesús en su abandono y en su confianza extrema. Era un anuncio al mundo pagano tanto más realista cuanto con él se podía medir la fuerza de la Resurrección.

    La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.

    TU REINARAS Y QUE VIVA MI CRISTO! (AUTOR: LUCRECIA REGO).




    Autor: Lucrecia Rego

    Tu Reinarás y ¡Que viva mi Cristo!






    Tú Reinarás

    Tú reinarás, este es el grito
    que ardiente exhalan nuestra fe
    Tú reinarás, oh Rey Bendito
    pues tú dijiste ¡Reinaré!

    Coro:
    Reine Jesús por siempre
    Reine su corazón
    en nuestra patria,
    en nuestro suelo
    que es de María
    la nación

    Tu reinarás, dulce esperanza,
    que el alma llena de placer;
    habrá por fin paz y bonanza,
    felicidad habrá doquier

    Tu reinarás en este suelo,
    te prometemos nuestro amor,
    Oh buen Jesús, danos consuelo
    en este valle de dolor

    Tú reinarás, Reina y ahora,
    en esta casa y población
    ten compasión del que implora
    y acude a ti en la aflicción.

    Tú reinarás toda la vida
    trabajaremos con gran fe
    en realizar y ver cumplida
    la gran promesa: ¡Reinaré!

    Que viva mi Cristo

    Que viva mi Cristo que viva mi rey
    Que impere doquiera triunfante su ley
    Que impere doquiera triunfante su ley
    Viva Cristo Rey. Viva Cristo Rey.

    Mexicanos un Padre tenemos
    Que nos dio la patria la unión
    A ese Padre gozosos antemos,
    Empuñando con fe su pendón

    El formó con voz hacedora
    cuanto existe debajo del sol
    De la inercia y la nada incolora
    formó luz en candente arrebol

    Nuestra Patria, la Patria querida,
    que arrulló nuestra cuna al nacer
    A Él le debe cuanto es en la vida
    Sobretodo el que sepa creer

    Del Anahuac inculto y sangriento,
    en arranque sublime de amor,
    formó un pueblo, al calor de su aliento
    que lo aclame con fe y con valor

    Su realeza proclame doquiera
    este pueblo que en el Tepeyac,
    tiene enhiesta su blanca bandera,
    a sus padres la rica heredad

    En vano que cruel enemigo
    nuestro Cristo pretende humillar
    de este rey llevarán el castigo
    los que intenten su nombre ultrajar.

    DOMINGO DE RAMOS (AUTOR: TERE FERNANDEZ/FUENTE: CATHOLIC.NET).



    Autor: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net
    Domingo de Ramos
    Recibieron a Cristo mientras entraba a la ciudad con palmas y ramos en muestra de que era el Mesias.

    Domingo de Ramos
    Domingo de Ramos

    Cuando llegaba a Jerusalén para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó. Antes de entrar en Jerusalén, la gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso, tal como acostumbraban saludar a los reyes.

    Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban:
    "¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!"

    Entró a la ciudad de Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital de su nación, y mucha gente, niños y adultos, lo acompañaron y recibieron como a un rey con palmas y ramos gritándole “hosanna” que significa “Viva”. La gente de la ciudad preguntaba ¿quién es éste? y les respondían: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”. Esta fue su entrada triunfal.

    La muchedumbre que lo seguía estaba formada por hombres, mujeres y niños, cada uno con su nombre, su ocupación, sus cosas buenas y malas, y con el mismo interés de seguir a Jesús. Algunas de estas personas habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas. Esto los llevó a alabarlo con palmas en las manos cuando entró en Jerusalén.

    Fueron muchos los que siguieron a Cristo en este momento de triunfo, pero fueron pocos los que lo acompañaron en su pasión y muerte.

    Mientras esto sucedía, los sacerdotes judíos buscaban pretextos para meterlo en la cárcel, pues les dio miedo al ver cómo la gente lo amaba cada vez más y como lo habían aclamado al entrar a Jerusalén.

    ¿Qué significado tiene esto en nuestras vidas?

    Es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras vidas. Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir a Cristo. Decir “que viva mi Cristo, que viva mi rey...” Es un día en el que le podemos decir a Cristo que nosotros también queremos seguirlo, aunque tengamos que sufrir o morir por Él. Que queremos que sea el rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero. Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos de nuestra vida.

    Explicación de la Misa del Domingo de Ramos

    La Misa se inicia con la procesión de las palmas. Nosotros recibimos las palmas y decimos o cantamos “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. El sacerdote bendice las palmas y dirige la procesión. Luego se comienza la Misa. Se lee el Evangelio de la Pasión de Cristo.

    Al terminar la Misa, nos llevamos las palmas benditas a nuestro hogar. Se acostumbra colocarlas detrás de las puertas en forma de cruz. Esto nos debe recordar que Jesús es nuestro rey y que debemos siempre darle la bienvenida en nuestro hogar. Es importante no hacer de esta costumbre una superstición pensando que por tener nuestra palma, no van a entrar ladrones a nuestros hogares y que nos vamos a librar de la mala suerte.

    Oración para poner las palmas benditas en el hogar:

    Bendice Señor nuestro hogar.
    Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él.
    Por tu intercesión danos paz, amor y respeto,
    para que respetándonos y amándonos
    los sepamos honrar en nuestra vida familiar,
    Sé tú, el Rey en nuestro hogar.
    Amén.

    Sugerencias para vivir la fiesta:

  • Hacer nuestras propias palmas y llevarlas a bendecir a la Iglesia.


  • Cantar las canciones de “Tú reinarás” o “Que viva mi Cristo, que viva mi Rey”.
  • ESPECIAL DE SEMANA SANTA (AUTOR: CATHOLIC.NET).

    Autor: Catholic.net
    Especial de Semana Santa
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    Especial de Semana Santa
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