MARIA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS

MARIA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS (COMUNIDAD CATOLICA, APOSTOLICA Y ROMANA).

MARIA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS ES UNA COMUNIDAD EN LA CUAL TODOS LOS MIEMBROS NOS REUNIMOS DIARIAMENTE (NOCHE Y DIA) PARA VENERAR A LA MADRE DEL REDENTOR DEL MUNDO. TE INVITAMOS A COMPARTIR CON NOSOTROS LAS GRANDEZAS QUE SOLO ELLA NOS SABE DAR. MARIA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS. RUEGA POR NOSOTROS. AMEN. EN EL SIGUIENTE LINK PODRAS CONOCER MAS SOBRE NUESTRA COMUNIDAD; http://mariamedianera.ning.com

sábado, 9 de enero de 2010

ORACION PARA PEDIR EL ESPIRITU SANTO




ORACION PARA PEDIR EL ESPIRITU SANTO.

Divino Padre Eterno, en nombre de Jesucristo, y por la intercesión de la Santísima Siempre Virgen María, envía a mi corazón El Espíritu Santo.

Ven, Espíritu Santo, a mi corazón y santifícalo.
Ven, Padre de los pobres, y alíviame.
Ven, autor de todo bien, y consuèlame.
Ven, luz de las mentes e ilumíname.
Ven, dulce huésped de los corazones, y no te apartes de mí.
Ven, verdadero Refrigerio de mi vida, y renuévame.

Rezar tres veces el Gloria.

Espíritu Santo, eterno Amor,
Ven a nosotros con tus ardores,
Ven, inflama nuestros corazones.

Divino Padre Eterno, en nombre de Jesucristo
y por la intercesión de la Siempre Virgen María;
envía a mi corazón al Espíritu Santo.
Espíritu Santo, Dios de infinita caridad, dame Tu Santo Amor.
Espíritu Santo, Dios de las virtudes; conviérteme.
Espíritu Santo, Fuente de luces celestes; disipa mi ignorancia.
Espíritu Santo, Dios de infinita pureza; santifica mi alma.
Espíritu Santo, que habitas en mi alma, transfórmala y hazla toda tuya.
Espíritu Santo, Amor sustancial del padre y del Hijo, permanece siempre en mi corazón.
Rezar tres veces el Gloria.

Espíritu Santo, eterno amor………..etc.

Eterno Padre, en nombre de Jesucristo
y por la intercesión de la Siempre Virgen María, envía a mi corazón al Espíritu Santo.

Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Sabiduría.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Entendimiento.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Consejo.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de fortaleza.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Ciencia.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don de Piedad.
Ven, Espíritu Santo, y dame el don del Santo Temor de Dios.
Rezar tres veces el Gloria.

Espíritu Santo, eterno Amor,….etc.
Señor no me cansaré de pedirte que me sanes, no me cansaré de pedirte que me ayudes a recuperar mi inversión fruto de 30 años de trabajo; no me cansaré de decirte que a pesar de todo perdono a quienes me hicieron tanto daño, ayúdame a perdonar, ayúdame a tener fe esperanza y fortaleza.

--
María Luisa

PRIMERA JORNADA NACIONAL FRANCESA




Se esperan más de 60.000 franceses en la JMJ de Madrid
Primera jornada nacional francesa para preparar el encuentro de jóvenes de 2011

PARÍS, viernes 8 de enero de 2010 (ZENIT.org).- Se espera que más de 60.000 jóvenes franceses se desplacen en agosto de 2011 a Madrid para participar en la vigésimo sexta edición de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

Así lo señala un comunicado de la Conferencia de los obispos de Francia, que informa que este sábado se celebrará en París la primera jornada nacional francesa preparatoria del evento.

La reunión de este sábado forma parte de cuatro encuentros nacionales de preparación para la JMJ de Madrid, propuestos por el Servicio Nacional para la Evangelización de los Jóvenes de Francia.

Se celebrará en la Casa de la Conferencia de obispos de Francia, con la participación de 160 delegados que representan a 79 diócesis y a una quincena de comunidades, movimientos y servicios de Iglesia.

Además, intervendrá el delegado de la Conferencia Episcopal Española para las Jornadas Mundiales de la Juventud, el padre Javier Igea.

De esta manera, laicos, sacerdotes y religiosos trabajarán juntos “en la preparación de las JMJ y en la oportunidad que representan para la evangelización y el crecimiento espiritual de los jóvenes de 18 a 30 años”, indica el comunicado.

Además, los delegados y responsables de grupos de peregrinos de Francia se encontrarán en Taizé del 29 de agosto al 1 de septiembre de este año 2010 para celebrar unas jornadas de formación y de profundización espiritual.

Las JMJ, organizadas por la Iglesia católica desde 1986 y abiertas a todos, reúnen a jóvenes de todo el mundo en una gran ciudad, en presencia del Papa.

Son, de hecho, el mayor encuentro de jóvenes del mundo.

Después de la celebrada Sydney en 2008, la capital española se prepara para acoger a un millón y medio de peregrinos en estas JMJ.

El evento juvenil se celebrará del 16 al 21 de agosto de 2011, en torno al tema escogido por Benedicto XVI “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (cf. Col 2,7).


(FUENTE LA IGLESIA HOY). (ZENIT.ORG).

Convocatoria año sacerdotal SANTO PADRE BENEDICTO XVI




Convocatoria año sacerdotal SANTO PADRE BENEDICTO XVI

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI A LOS PARTICIPANTES EN LA ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO

Lunes 16 de marzo de 2009

Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio:

Me alegra poder acogeros en audiencia especial, en la víspera de mi partida hacia África, a donde iré para entregar el Instrumentum laboris de la II Asamblea especial del Sínodo para África, que tendrá lugar aquí en Roma el próximo mes de octubre. Agradezco al prefecto de la Congregación, el señor cardenal Cláudio Hummes, las amables palabras con las que ha interpretado los sentimientos de todos; y también os agradezco la hermosa carta que me habéis escrito. Asimismo os saludo a todos vosotros, superiores, oficiales y miembros de la Congregación, y os expreso mi gratitud por todo el trabajo que lleváis a cabo al servicio de un sector tan importante en la vida de la Iglesia.

El tema que habéis elegido para esta plenaria —"La identidad misionera del presbítero en la Iglesia, como dimensión intrínseca del ejercicio de los tria munera"— permite algunas reflexiones para el trabajo de estos días y para los abundantes frutos que ciertamente traerá. Si toda la Iglesia es misionera y si todo cristiano, en virtud del Bautismo y de la Confirmación, quasi ex officio (cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 1305) recibe el mandato de profesar públicamente la fe, el sacerdocio ministerial, también desde este punto de vista, se distingue ontológicamente, y no sólo en grado, del sacerdocio bautismal, llamado también sacerdocio común. En efecto, del primero es constitutivo el mandato apostólico: "Id a todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15). Como sabemos, este mandato no es un simple encargo encomendado a colaboradores; sus raíces son más profundas y deben buscarse mucho más lejos.

La dimensión misionera del presbítero nace de su configuración sacramental con Cristo Cabeza, la cual conlleva, como consecuencia, una adhesión cordial y total a lo que la tradición eclesial ha reconocido como la apostolica vivendi forma. Esta consiste en la participación en una "vida nueva" entendida espiritualmente, en el "nuevo estilo de vida" que inauguró el Señor Jesús y que hicieron suyo los Apóstoles.

Por la imposición de las manos del obispo y la oración consagratoria de la Iglesia, los candidatos se convierten en hombres nuevos, llegan a ser "presbíteros". A esta luz, es evidente que los tria munera son en primer lugar un don y sólo como consecuencia un oficio; son ante todo participación en una vida, y por ello una potestas. Ciertamente, la gran tradición eclesial con razón ha desvinculado la eficacia sacramental de la situación existencial concreta del sacerdote; así se salvaguardan adecuadamente las legítimas expectativas de los fieles. Pero esta correcta precisión doctrinal no quita nada a la necesaria, más aún, indispensable tensión hacia la perfección moral, que debe existir en todo corazón auténticamente sacerdotal.

Precisamente para favorecer esta tensión de los sacerdotes hacia la perfección espiritual, de la cual depende sobre todo la eficacia de su ministerio, he decidido convocar un "Año sacerdotal" especial, que tendrá lugar desde el próximo 19 de junio hasta el 19 de junio de 2010. En efecto, se conmemora el 150° aniversario de la muerte del santo cura de Ars, Juan María Vianney, verdadero ejemplo de pastor al servicio del rebaño de Cristo. Corresponderá a vuestra Congregación, de acuerdo con los Ordinarios diocesanos y con los superiores de los institutos religiosos, promover y coordinar las diversas iniciativas espirituales y pastorales que parezcan útiles para hacer que se perciba cada vez más la importancia del papel y de la misión del sacerdote en la Iglesia y en la sociedad contemporánea.

La misión del presbítero, como muestra el tema de la plenaria, se lleva a cabo "en la Iglesia". Esta dimensión eclesial, de comunión, jerárquica y doctrinal es absolutamente indispensable para toda auténtica misión y sólo ella garantiza su eficacia espiritual. Se debe reconocer siempre que los cuatro aspectos mencionados están íntimamente relacionados: la misión es "eclesial" porque nadie anuncia o se lleva a sí mismo, sino que, dentro y a través de su propia humanidad, todo sacerdote debe ser muy consciente de que lleva a Otro, a Dios mismo, al mundo. Dios es la única riqueza que, en definitiva, los hombres desean encontrar en un sacerdote.

La misión es "de comunión" porque se lleva a cabo en una unidad y comunión que sólo de forma secundaria tiene también aspectos relevantes de visibilidad social. Estos, por otra parte, derivan esencialmente de la intimidad divina, de la cual el sacerdote está llamado a ser experto, para poder llevar, con humildad y confianza, las almas a él confiadas al mismo encuentro con el Señor.
Por último, las dimensiones "jerárquica" y "doctrinal" sugieren reafirmar la importancia de la disciplina (el término guarda relación con "discípulo") eclesiástica y de la formación doctrinal, y no sólo teológica, inicial y permanente.

La conciencia de los cambios sociales radicales de las últimas décadas debe mover las mejores energías eclesiales a cuidar la formación de los candidatos al ministerio. En particular, debe estimular la constante solicitud de los pastores hacia sus primeros colaboradores, tanto cultivando relaciones humanas verdaderamente paternas, como preocupándose por su formación permanente, sobre todo en el ámbito doctrinal y espiritual.

La misión tiene sus raíces de modo especial en una buena formación, llevada a cabo en comunión con la Tradición eclesial ininterrumpida, sin rupturas ni tentaciones de discontinuidad. En este sentido, es importante fomentar en los sacerdotes, sobre todo en las generaciones jóvenes, una correcta recepción de los textos del concilio ecuménico Vaticano II, interpretados a la luz de todo el patrimonio doctrinal de la Iglesia. También parece urgente la recuperación de la convicción que impulsa a los sacerdotes a estar presentes, identificables y reconocibles tanto por el juicio de fe como por las virtudes personales, e incluso por el vestido, en los ámbitos de la cultura y de la caridad, desde siempre en el corazón de la misión de la Iglesia.

Como Iglesia y como sacerdotes anunciamos a Jesús de Nazaret, Señor y Cristo, crucificado y resucitado, Soberano del tiempo y de la historia, con la alegre certeza de que esta verdad coincide con las expectativas más profundas del corazón humano. En el misterio de la encarnación del Verbo, es decir, en el hecho de que Dios se hizo hombre como nosotros, está tanto el contenido como el método del anuncio cristiano. La misión tiene su verdadero centro propulsor precisamente en Jesucristo.

La centralidad de Cristo trae consigo la valoración correcta del sacerdocio ministerial, sin el cual no existiría la Eucaristía ni, por tanto, la misión y la Iglesia misma. En este sentido, es necesario vigilar para que las "nuevas estructuras" u organizaciones pastorales no estén pensadas para un tiempo en el que se debería "prescindir" del ministerio ordenado, partiendo de una interpretación errónea de la debida promoción de los laicos, porque en tal caso se pondrían los presupuestos para la ulterior disolución del sacerdocio ministerial y las presuntas "soluciones" coincidirían dramáticamente con las causas reales de los problemas actuales relacionados con el ministerio.

Estoy seguro de que en estos días el trabajo de la asamblea plenaria, bajo la protección de la Mater Ecclesiae, podrá profundizar estos breves puntos de reflexión que me permito someter a la atención de los señores cardenales y de los arzobispos y obispos, invocando sobre todos la copiosa abundancia de los dones celestiales, en prenda de los cuales os imparto a vosotros y a vuestros seres queridos una especial y afectuosa bendición apostólica.

© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana

EL AÑO SACERDOTAL




EL AÑO SACERDOTAL


Queridos Sacerdotes:

El Año Sacerdotal, promulgado por nuestro amado Papa Benedicto XVI, para celebrar el 150 aniversario de la muerte de San Juan María Bautista Vianney, el Santo Cura de Ars, está a punto de comenzar. Lo abrirá el Santo Padre el día 19 del próximo mes de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús y de la Jornada Mundial de Oración para la santificación de los Sacerdotes. El anuncio de este año especial ha tenido una repercusión mundial eminentemente positiva, en especial entre los mismos Sacerdotes. Todos queremos empeñarnos, con determinación, profundidad y fervor, a fin de que sea un año ampliamente celebrado en todo el mundo, en las diócesis, en las parroquias y en las comunidades locales con toda su grandeza y con la calurosa participación de nuestro pueblo católico, que sin duda ama a sus Sacerdotes y los quiere ver felices, santos y llenos de alegría en su diario quehacer apostólico.

Deberá ser un año positivo y propositivo en el que la Iglesia quiere decir, sobre todo a los Sacerdotes, pero también a todos los cristianos, a la sociedad mundial, mediante los mass media globales, que está orgullosa de sus Sacerdotes, que los ama y que los venera, que los admira y que reconoce con gratitud su trabajo pastoral y su testimonio de vida. Verdaderamente los Sacerdotes son importantes no sólo por cuanto hacen sino, sobre todo, por aquello que son. Al mismo tiempo, es verdad que a algunos se les ha visto implicados en graves problemas y situaciones delictivas. Obviamente es necesario continuar la investigación, juzgarles debidamente e infligirles la pena merecida. Sin embargo, estos casos son un porcentaje muy pequeño en comparación con el número total del clero. La inmensa mayoría de Sacerdotes son personas dignísimas, dedicadas al ministerio, hombres de oración y de caridad pastoral, que consuman su total existencia en actuar la propia vocación y misión y, en tantas ocasiones, con grandes sacrificios personales, pero siempre con un amor auténtico a Jesucristo, a la Iglesia y al pueblo; solidarios con los pobres y con quienes sufren. Es por eso que la Iglesia se muestra orgullosa de sus sacerdotes esparcidos por el mundo.

Este Año debe ser una ocasión para un periodo de intensa profundización de la identidad sacerdotal, de la teología sobre el sacerdocio católico y del sentido extraordinario de la vocación y de la misión de los Sacerdotes en la Iglesia y en la sociedad. Para todo eso será necesario organizar encuentros de estudio, jornadas de reflexión, ejercicios espirituales específicos, conferencias y semanas teológicas en nuestras facultades eclesiásticas, además de estudios científicos y sus respectivas publicaciones.

El Santo Padre, en su discurso de promulgación durante la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Clero, el 16 de marzo pasado, dijo que con este año especial se quiere “favorecer esta tensión de los Sacerdotes hacia la perfección espiritual de la cual depende, sobre todo, la eficacia del ministerio”. Especialmente por eso, debe ser una año de oración de los Sacerdotes, con los Sacerdotes y por los Sacerdotes; un año de renovación de la espiritualidad del presbiterio y de cada uno de los presbíteros. En el referido contexto, la Eucaristía se presenta como el centro de la espiritualidad sacerdotal. La adoración eucarística para la santificación de los Sacerdotes y la maternidad espiritual de las religiosas, de las mujeres consagradas y de las mujeres laicas hacia cada uno de los presbíteros, como propuesto ya desde hace algún tiempo por la Congregación para el Clero, podría desarrollarse con mejores frutos de santificación.

Sea también un año en el que se examinen las condiciones concretas y el sustento material en el que viven nuestros Sacerdotes, en algunos casos obligados a subsistir en situaciones de dura pobreza.

Sea, al mismo tiempo, un año de celebraciones religiosas y públicas que conduzcan al pueblo, a las comunidades católicas locales, a rezar, a meditar, a festejar y a presentar el justo homenaje a sus Sacerdotes. La fiesta de la comunidad eclesial es una expresión muy cordial, que exprime y alimenta la alegría cristiana, que brota de la certeza de que Dios nos ama y que hace fiesta con nosotros. Será una oportunidad para acentuar la comunión y la amistad de los Sacerdotes con las comunidades a su cargo.

Otros muchos aspectos e iniciativas podrían enumerarse con el fin de enriquecer el Año Sacerdotal. Al respecto, deberá intervenir la justa creatividad de las Iglesias locales. Es por eso que en cada Conferencia Episcopal, en cada Diócesis o parroquia o en cada comunidad eclesial se establezca lo más pronto posible un verdadero y propio programa para este año especial. Obviamente será muy importante comenzar este año con una celebración significativa. En el mismo día de apertura del Año Sacerdotal, el día 19 de junio, con el Santo Padre en Roma, se invita a las Iglesias locales a participar, en el modo más conveniente, a dicha inauguración con un acto litúrgico específico y festivo. Serán bien recibidos todos aquellos que, en ocasión de la apertura, podrán estar presentes, con el fin de manifestar la propia participación a esta feliz iniciativa del Papa. Sin duda, Dios bendecirá este esfuerzo con grande amor. Y la Virgen María, Reina del Clero, intercederá por todos vosotros, queridos Sacerdotes.


Cardenal Claudio Hummes

Arzobispo Emérito de San Pablo

Prefecto de la Congregación para el Clero

EL BAUTISMO DEL SENOR




Autor: P. Antonio Izquierdo | Fuente: Catholic.net

C - El Bautismo del Señor

Primera: Is 40, 1-5.9-11; Segunda: Tit 2, 11-14; 3, 4-7; Evangelio: Lc 3, 15-16.21-22


Sagrada Escritura:

Primera: Is 40, 1-5.9-11;
Segunda: Tit 2, 11-14; 3, 4-7;
Evangelio: Lc 3, 15-16.21-22


Nexo entre las lecturas

Sin que aparezca la palabra novedad, nuevo en los textos litúrgicos, todos ellos se refieren, en cierta manera, a la novedad de la acción de Dios en la historia. Es nuevo el lenguaje de Dios en Isaías: “ha terminado la esclavitud..., que todo valle sea elevado y todo monte y cerro rebajado..., ahí viene el Señor Yahvéh con poder y su brazo lo sojuzga todo”. Es absolutamente nuevo que Jesús sea bautizado por Juan, que el cielo se abra, que el Espíritu descienda en forma de paloma, que se oiga una voz del cielo: “Tú eres mi hijo predilecto”. Es nueva la realidad del hombre que ha recibido el bautismo: “un baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Señor”.


Mensaje doctrinal

1. La novedad viene de Dios. El hombre, desde los mismos inicios, lleva en sí el deterioro y la vieja carne del pecado. En ella está inmerso, como en un pozo profundo, del que es imposible salir por sí mismo. Como se trata de una realidad común a toda la humanidad, tampoco nadie, por su propio valer y querer, puede ayudar a otros a salir. Esta es la triste condición humana. El hombre puede gritar, desesperarse, blasfemar; o puede sentir el peso de la culpa, pedir perdón y ayuda, esperar. Lo que está claro es que sólo Dios puede echarle una mano; sólo Dios puede cambiar su vieja carne en pura novedad de gracia y misericordia. Está igualmente claro que Dios quiere echar una mano y actuar en favor del hombre, porque “ha sido creado a imagen y semejanza suya”. La liturgia presenta tres momentos históricos de la intervención de Dios: primero interviene para liberar al pueblo israelita de la esclavitud de Babilonia (primera lectura), luego para revelar al mundo la filiación divina de Jesús (evangelio), finalmente para manifestar a los hombres la nueva situación creada en quienes han recibido el bautismo (segunda lectura). La consecuencia es lógica: Si Dios ha intervenido en el pasado con una irrupción de vida y esperanza nuevas, Dios interviene en el presente e intervendrá en el futuro, porque el nombre más propio de Dios es la fidelidad.

2. La novedad es invisible. La novedad que Dios infunde en el corazón de los hombres incide y repercute en la historia, pero en sí es invisible, interior, netamente espiritual. Primero hace nuevo el corazón, luego desde el corazón del hombre y con la ayuda del hombre, trasmuta también la realidad histórica. En los exiliados de Babilonia primero creó la añoranza de Sión, el deseo y la decisión del retorno, luego dispuso los hilos de la historia para que tal deseo y decisión llegase a cumplimiento. En el caso de Jesús, la teofanía del bautismo nos hace descubrir una novedad inicial, que se irá desplegando a lo largo de toda su vida pública y sobre todo en el misterio de su muerte y resurrección. La novedad del bautizado sólo se irá percibiendo con el tiempo, en la medida en que exista una coherencia vital entre la novedad infundida por Dios y la existencia concreta y diaria del cristiano. Para quienes juzgamos desde fuera, no pocas veces resulta difícil desvelar la relación entre la novedad interior y sus manifestaciones históricas en la vida ordinaria de cada ser humano. Por eso, ¡cuán difícil es juzgar sobre la vida verdadera, la interior, de los hombres, y con cuánta facilidad nos podemos equivocar!

3. La novedad es eficaz. Si viene de Dios, no puede ser de otro modo. La acción de Dios se lleva a cabo, si el hombre no la obstaculiza. La teofanía que nos narra el evangelio supuso el que Jesús, Hijo de Dios, fuese bautizado por un hombre, Juan; sin esta acción de Jesús, tal teofanía no hubiese tenido lugar. La regeneración y renovación interior del hombre están aseguradas, “si el hombre renuncia a la impiedad y a las pasiones mundanas” (segunda lectura), que como tales impiden cualquier acción del Espíritu de Dios. Por otra parte, hemos de admitir que la eficacia de Dios no es manipulable a nuestro antojo y arbitrio. Dios muestra su eficacia cuando quiere y como quiere. No son los exiliados en Babilonia los que ponen a Dios los plazos y modos de actuar para librarlos de la esclavitud; es Dios quien los determina y los realiza.


Sugerencias pastorales

1. Bautismo, epifanía de Dios. En el evangelio el bautismo de Jesús es una epifanía. Eso mismo debe ser el bautismo del cristiano: una epifanía de lo que Dios es y de lo que Dios hace en el hombre. El bautizado, podríamos decir, es un hombre en quien se manifiesta el Dios trinitario, en virtud de la relación personal que mantiene con cada una de las personas divinas. Como hijo del Padre vive una verdadera relación filial, sobretodo en la oración y adoración. Como redimido por el Hijo y sumergido en su misma vida, entabla con él una relación principalmente de seguimiento e imitación. Como templo del Espíritu Santo, vive con la conciencia de una relación sagrada, santificante, vivificadora de su existir cotidiano, modeladora de su vida familiar, profesional y social. El bautizado es al mismo tiempo epifanía de la acción de Dios en el hombre: una acción purificadora, que manifiesta el perdón de Dios; una acción transformante, que pone de relieve el poder de Dios; una acción unificadora de las energías y capacidades del cristiano, que subraya el misterio unitario de Dios; una acción vivificante, que revela, por medio del hombre, la extraordinaria vida de Dios uno y trino... Es importante que la predicación y catequesis tengan muy en cuenta y desarrollen y expliquen estos aspectos espirituales y pastorales del sacramento del bautismo. Así el bautismo no será el sacramento de la “inconsciencia”, sino el sacramento de la epifanía diaria de Dios en la vida, en la fe y en el obrar del bautizado.

2. Bautizados para siempre. En el catecismo se dice que el bautismo imprime carácter, es decir, el bautismo se recibe una sola vez y para toda la vida. ¿Qué pasa, entonces, cuando no se vive como cristiano? ¿cuando se reniega de la propia fe? ¿cuando se cambia de religión y credo? La huella de la impresión bautismal queda. Una huella que es memoria, y es invitación: “Recuerda que eres un bautizado”, “Sé lo que eres, vive lo que eres”. Eres libre, pero la huella divina te indica el verdadero camino para tu libertad, lejos de los espejismos engañosos. ¿Y qué pasa con el bautizado que quiere vivir como bautizado? Tiene que ratificar cada día con la vida la huella divina, que lleva impresa. Tiene que testimoniar decididamente y con valentía la transformación que Dios ha operado en su ser por el bautismo. Tiene que ser un bautizado que viva consciente de su bautismo día tras día, por siempre.

QUE ES LA EPIFANIA?



Autor: www.aciprensa.com

¿Qué es la Epifanía?

La celebración de esta fiesta es ligeramente posterior a la de Navidad


Epifanía significa "manifestación". Jesús se da a conocer. Aunque Jesús se dio a conocer en diferentes momentos a diferentes personas, la Iglesia celebra como epifanías tres eventos:

- Su Epifanía ante los Reyes Magos (Mt 2, 1-12)

- Su Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán

- Su Epifanía a sus discípulos y comienzo de Su vida pública con el milagro en Caná.

La Epifanía que más celebramos en la Navidad es la primera.

La fiesta de la Epifanía tiene su origen en la Iglesia de Oriente. A diferencia de Europa, el 6 de enero tanto en Egipto como en Arabia se celebraba el solsticio, festejando al sol victorioso con evocaciones míticas muy antiguas. Epifanio explica que los paganos celebraban el solsticio invernal y el aumento de la luz a los trece días de haberse dado este cambio; nos dice además que los paganos hacían una fiesta significativa y suntuosa en el templo de Coré. Cosme de Jerusalén cuenta que los paganos celebraban una fiesta mucho antes que los cristianos con ritos nocturnos en los que gritaban: "la virgen ha dado a luz, la luz crece".

Entre los años 120 y 140 AD los gnósticos trataron de cristianizar estos festejos celebrando el bautismo de Jesús. Siguiendo la creencia gnóstica, los cristianos de Basílides celebraban la Encarnación del Verbo en la humanidad de Jesús cuando fue bautizado. Epifanio trata de darles un sentido cristiano al decir que Cristo demuestra así ser la verdadera luz y los cristianos celebran su nacimiento.

Hasta el siglo IV la Iglesia comenzó a celebrar en este día la Epifanía del Señor. Al igual que la fiesta de Navidad en occidente, la Epifanía nace contemporáneamente en Oriente como respuesta de la Iglesia a la celebración solar pagana que tratan de sustituir. Así se explica que la Epifanía se llama en oriente: Hagia phota, es decir, la santa luz.

Esta fiesta nacida en Oriente ya se celebraba en la Galia a mediados del s IV donde se encuentran vestigios de haber sido una gran fiesta para el año 361 AD. La celebración de esta fiesta es ligeramente posterior a la de Navidad.


Los Reyes Magos

Mientras en Oriente la Epifanía es la fiesta de la Encarnación, en Occidente se celebra con esta fiesta la revelación de Jesús al mundo pagano, la verdadera Epifanía. La celebración gira en torno a la adoración a la que fue sujeto el Niño Jesús por parte de los tres Reyes Magos (Mt 2 1-12) como símbolo del reconocimiento del mundo pagano de que Cristo es el salvador de toda la humanidad.

De acuerdo a la tradición de la Iglesia del siglo I, se relaciona a estos magos como hombres poderosos y sabios, posiblemente reyes de naciones al oriente del Mediterráneo, hombres que por su cultura y espiritualidad cultivaban su conocimiento de hombre y de la naturaleza esforzándose especialmente por mantener un contacto con Dios. Del pasaje bíblico sabemos que son magos, que vinieron de Oriente y que como regalo trajeron incienso, oro y mirra; de la tradición de los primeros siglos se nos dice que fueron tres reyes sabios: Melchor, Gaspar y Baltazar. Hasta el año de 474 AD sus restos estuvieron en Constantinopla, la capital cristiana más importante en Oriente; luego fueron trasladados a la catedral de Milán (Italia) y en 1164 fueron trasladados a la ciudad de Colonia (Alemania), donde permanecen hasta nuestros días.

El hacer regalos a los niños el día 6 de enero corresponde a la conmemoración de la generosidad que estos magos tuvieron al adorar al Niño Jesús y hacerle regalos tomando en cuenta que "lo que hiciereis con uno de estos pequeños, a mi me lo hacéis" (Mt. 25, 40); a los niños haciéndoles vivir hermosa y delicadamente la fantasía del acontecimiento y a los mayores como muestra de amor y fe a Cristo recién nacido.


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EPIFANIA DEL SENOR




Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Tercer testimonio de Juan
Juan 3, 22-30. Juan vuelve a insistir a sus discípulos que es Jesús quien tiene que crecer y no él.

Tercer testimonio de Juan
Juan 3, 22-30


Después de esto, se fue Jesús con sus discípulos al país de Judea; y allí se estaba con ellos y bautizaba. Juan también estaba bautizando en Ainón, cerca de Salim, porque había allí mucha agua, y la gente acudía y se bautizaba. Pues todavía Juan no había sido metido en la cárcel. Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación. Fueron, pues, donde Juan y le dijeron: «Rabbí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, aquel de quien diste testimonio, mira, está bautizando y todos se van a él.» Juan respondió: «Nadie puede recibir nada si no se le ha dado del cielo.
Vosotros mismos me sois testigos de que dije: ´Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él. El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud. Es necesario que él crezca y que yo venga a menos.


Reflexión


El último testimonio de Juan sobre Jesús subraya nuevamente no sólo la superioridad de la misión de Jesús frente a la de Juan, sino el sentido mesiánico de la obra de Jesús. Jesús hace posible y realiza una nueva relación entre el ser humano y Dios, fundada en la gracia del Espíritu y la verdad de su Palabra.

La fe de Juan Bautista es ejemplar para el discípulo cristiano; un modelo a seguir para todo aquel que quiera ser testigo fiel de Cristo en el mundo. Él aceptó sin reservas su papel de testigo que conduce a los seres humanos al Mesías, permaneciendo siempre fiel al plan salvífico de Dios, a pesar de la inclinación de sus propios discípulos a dejarse influir por sentimientos humanos egoístas.

El austero predicador del desierto que se había presentado como testigo del Mesías, en este texto aparece como ejemplo para todos los que seguimos a Jesús y lo anunciamos entre los seres humanos. Juan no ha dudado ni un momento en disminuir, en ocultarse hasta desaparecer, con tal de que Él, Jesús el Mesías, crezca, resplandezca con toda su luz y sea aceptado y creído por los otros.